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by Eduardo Kohn, director of Latin American affairs at B’nai B’rith International

El genocidio que se está cometiendo en Siria hace más de dos años es un paso más de los enfrentamientos fratricidas entre chiíes y suníes, una división del mundo musulmán que hizo eclosión violenta casi sin pausa desde  el siglo XVI.

Los alawitas (una secta chií) son minoría en Siria, pero gobiernan con puño de hierro el país desde 1970 cuando Hafez al Assad (padre del actual dictador) diera un golpe de Estado y se convirtiera, al igual que otros autoritarios de la región, en amos y señores de la vida y la muerte de sus conciudadanos.

El odio entre chiíes y suníes no es algo que Occidente va a solucionar ni política ni militarmente. Tienen diferencias históricas y doctrinarias que los llevan desde hace más de cinco siglos a una feroz disputa de poder político, económico y religioso.

El genocidio actual en Siria no exculpa ni mucho menos a ninguno de los dos bandos.  El gobierno comandado por Bashar al Assad con el apoyo incondicional de los chiíes iraníes (dinero, armas, y entrenamiento) más Hezbolah, aunado al respaldo político, diplomático y económico de Rusia y China, se siente fuerte para asesinar, violando todas las normas de derechos humanos que alguien haya imaginado.

Pero los llamados rebeldes, los suníes no cometen menos violaciones y barbaries.

Cien mil asesinados, varios cientos de miles con heridas de todo tipo y millones de refugiados en medio de un país destruido, muestran la capacidad de criminalidad de esta guerra civil, donde vale todo de ambos lados.

El 7 de octubre de 2011, el Consejo de DD.HH. de la ONU hizo una fuerte advertencia contra la matanza en Siria. Pero nada sucedió. Al revés: Cuba, Venezuela y Ecuador ya expresaron entonces su incondicional apoyo a Bashar al Assad y Venezuela felicitaba al gobierno sirio ‘por su compromiso con los DD.HH’.

El 1 de junio de 2012 el   Consejo de Derechos Humanos     de la ONU votó una resolución condenando ‘el deterioro de la situación de los Derechos Humanos en Siria’, que reunió 41 votos afirmativos, 2 abstenciones y 3 negativos.

Las abstenciones fueron de Ecuador y Uganda, mientras que por la negativa se pronunciaron Cuba, Rusia y China. Y otra vez, retórica y cero medidas por parte de la ONU para frenar las masacres.

Un año después volvió la retórica, pero esta vez tuvo la publicidad mediática que no había tenido antes porque los que tienen derecho a veto     en el Consejo de Seguridad comenzaron una disputa sobre ‘atacar o no atacar Siria ya que se habían usado armas químicas’.

Para que haya una tregua (que será todo lo que podrá suceder algún día en Siria) entre chiíes y suníes, uno de los bandos deberá estar agotado y sin fuerzas para resistir al otro.

Y ese bando no parece ser el de al Assad. Rusia, China e Irán es demasiado apoyo.

Mucho más cuando por su lado, la retórica ya arrasó con cientos de miles de vidas humanas y dejó un país en escombros…more.